Eric Hobsbawm
Zapatero a tus zapatos
Sobre la notable reputación de
radicales políticos de los zapateros
Hasta
se podría decir que proverbios como "zapatero a tus zapatos",
que se conocen en muchos países desde la Antigüedad hasta
la revolución industrial, indican precisamente esta tendencia
de los zapateros a expresar opiniones sobre asuntos que deberían
dejarse en manos de personas oficialmente ilustradas (...) Desde
luego, proverbios de esta índole son mucho menos comunes en
relación con otros gremios.
¿Hasta qué
punto el zapatero como filósofo y político era fruto
de su oficio? Al parecer, esta pregunta tiene dos aspectos, uno de
ellos relacionado con la alfabetización; el otro, con la independencia.
La alfabetización y la proverbial afición del zapatero
a los libros y la lectura son difíciles de explicar, ya que
en la naturaleza del oficio no hay nada que induzca a pensar en alguna
relación profesional con la palabra impresa, como ocurre entre
los impresores. Se han hecho conjeturas en el sentido de que su habilidad
para trabajar el cuero hacía que con frecuencia se les encargase
la encuadernación o la restauración de libros, y también
en el sentido de que sus locales estaban junto a los vendedores de
libros.
Puede ser que la división
del trabajo en el oficio de zapatero, una división que era
relativamente primitiva, permitiera u obligase a muchísimos
zapateros a trabajar completamente a solas.
Quizá la explicación
más plausible del intelectualismo del oficio se derive de este
factor: el trabajo del zapatero era al mismo tiempo sedentario y exigía
poca fuerza física. Probablemente, en este segundo aspecto,
era el trabajo menos pesado que podían hacer los hombres en
el campo. A causa de ello, era habitual que a los chicos pequeños,
débiles o físicamente impedidos los pusieran a trabar
en este oficio.
Puede que ello proporcionase
un incentivo para adquirir otros tipos de prestigio. Y puede que aquí
la naturaleza semirrutinaria de gran parte de su trabajo, que podía
combinarse fácilmente con el pensamiento, la observación,
y la conversación, sugiriese alternativas intelectuales. Los
zapateros que trabajaban juntos en talleres grandes estuvieron entre
los gremios (los sastres y los cigarreros son otros) que crearon la
institución del "lector": los hombres se iban turnando
para leer los periódicos o libros en voz alta; o se contrataba
a un viejo soldado para que leyera; o el chico más joven tenía
la obligación de ir a buscar las noticias y leerlas.
Fragmentos del capítulo 3 "Zapateros
políticos", en Gente poco corriente. Resistencia, rebelión
y paz, Crítica, Barcelona, 1999.