El
derecho de matar
Raúl Barón Biza
"¡Oh, mujer! Para lograr una figura tan bella y un corazón
tan duro, ¿qué dios del Olimpo se ayuntó con la hiena?..."
"La pornografía en los libros está
en proporción a la degeneración del cerebro del lector."
Raúl Barón Biza
El derecho
de matar construye la historia del amor fatal en torno a una figura
femenina alimentada con secretos vapores químicos de invernadero.
La artificialidad y el exotismo
tejen un relato sesgado por reflexiones filosófico-morales, que
oscilan entre un lenguaje autóctono y una forma nueva importada
a las pampas argentinas por una aguda sensibilidad.
Una edición
de 5000 ejemplares secuestrados en la imprenta por la policía sin
orden judicial. Después de cumplir una condena en Uruguay por organizar
un levantamiento cívico-militar contra las dictaduras brasileña,
uruguaya y argentina, Barón Biza y su novela -acusados de obscenos
e inmorales- son recibidos en 1933 con las puertas abiertas de la
cárcel y la clandestinidad. Una huelga de hambre y una encendida
defensa logran la absolución y aportan un valioso documento a la
endeble autonomización de la literatura respecto de otros discursos
en la Argentina, en un contexto histórico anquilosado por la infamia
que Uriburu levanta y Justo continúa.
Entre otras consideraciones
sorprendentes, el fallo absolutorio del 9 de abril de 1935 reza:
"Que si se considera que
dentro de la evolución contemporánea del arte literario, tanto en
las últimas obras de singular valor artístico, según el consenso
público, como pueden ser las de Margueritte, Crommelynk, Lawrence
y Joyce ("La machona", "Carina", "El amante
de Lady Chatterley" y "Ulises"), como no pocos clásicos
y modernos de reconocido valor estético (...) todos ellos bastante
divulgados, contienen conceptos, frases y palabras como las señaladas
por la acusación existentes en la obra del procesado, es indudable
que no podían éstas considerarse obscenas o pornográficas bajo un
punto de vista penal, pues su autor no resulta en aquélla más que
un enrolado en la ya decadente escuela naturalista que inicia Zola
y siguieron los realistas que tanto renombre alcanzaran en las postrimerías
del siglo pasado, con las descripciones crudas y violentas, de las
que el arte literario ha comenzado a reaccionar, llegándose así
por la única vía: la selección cultural de los lectores, a la reacción
espiritual de nuestro tiempo."
La
defensa
"Me limitaré,
señor Juez, a recordar algunos casos de resonancia mundial. Los
jueces del Sena absolvieron Las flores del mal, de Baudelaire, y
Madame Bovary, de Flaubert; Henry Barbusse, autor de El fuego y
El infierno, premiado este último por la Academia de Goncourt, fue
furiosamente atacado, mereciendo de los eternos críticos agrios,
impetuosos ataques, llegando a considerarlo peligroso para Francia.
Ambos libros expresan la Verdad sin rebuscamiento de palabras ni
frases que opaquen el pensamiento. Blasco Ibáñez, el genial novelista
español, en su brillante prólogo al libro El infierno, refiriéndose
a Barbusse y a su triunfo al obtener que no se mutilaran sus novelas,
dice que "el autor los desarmó, como Orfeo fascinaba a las
bestias feroces con la belleza de sus cantos", afirmando luego
que El infierno simboliza la furia de vivir que nos domina a todos.
Y la conclusión de la obra es que todo está en nosotros y depende
de nosotros."